Tengo dolor de espalda, ¿qué hago?

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El dolor de espalda es una dolencia muy común y una de las razones habituales por las que las personas acuden al médico o incluso tienen que ausentarse del trabajo. Es de hecho uno de los principales factores de discapacidad en todo el mundo.

Aunque puede aparecer de muchas formas y desembocar en muchas patologías diferentes, sus causas están bien estudiadas y existen varios tratamientos para acabar con este tipo de dolencia. Veamos qué hay detrás de los dolores de espalda, y qué podemos hacer para solucionarlos.

¿Qué causa el dolor de espalda?

El dolor de espalda puede presentarse en forma pinchazos o como un dolor agudo continuo, o también como una quemazón, y extenderse desde la espalda hasta incluso las extremidades. El cansancio, el estrés, una mala postura, un traumatismo, una degeneración del hueso, una lesión muscular o una hernia discal son algunas de las causas más frecuentes.

Hay que distinguir también entre los dolores de espalda agudos, cuyas causas pueden deberse a una lesión o un sobreesfuerzo y que normalmente duran menos de seis semanas con el tratamiento médico adecuado, normalmente medicación; y los dolores de espalda crónicos, que son menos frecuentes, duran más de tres meses, y suelen requerir tratamientos más avanzados e incluso cirugía.

Además se distinguen básicamente dos tipos de dolores de espalda: el dolor de espalda baja, y el dolor de espalda alta o media. Se diferencian principalmente en las zonas donde aparecen, pero a menudo tienen causas comunes: una lesión en la columna vertebral, una distensión o lesión en los músculos y ligamentos de la espalda, una mala postura, una osteoartritis que provoca la desintegración del cartílago entre las articulaciones, una hernia de disco, etc.

¿Qué hacer cuando tengo dolor de espalda?

Ante un dolor de espalda repentino, existen una serie de remedios caseros que pueden servirnos para mitigar el dolor momentáneamente si se trata de un problema pasajero que no requiera mayor atención médica. Algunas soluciones que podemos adoptar son:

  • Tumbarnos y relajarnos: a menudo un dolor momentáneo se soluciona tumbándonos y recostando la espalda sobre una superficie firme, permitiendo a huesos y músculos de la columna descansar de la presión.
  • Aplicar calor: en muchos casos al aplicar calor conseguimos aliviar momentáneamente el dolor, al permitir que músculos y ligamentos se distiendan. También puede hacerse en la ducha, dirigiendo un chorro de agua caliente a presión hacia la zona afectada.
  • Aplicar un masaje: un masaje, especialmente si lo hace alguien con conocimientos del tema, puede servir para aliviar tensiones musculares y eliminar contracturas.
  • Tomar un medicamento: si el dolor se hace especialmente intenso y resulta difícil de sobrellevar, podemos tomar un relajante muscular o un analgésico, siempre siguiendo las recomendaciones médicas.
  • Dormir en una posición correcta: si padecemos problemas de espalda debemos dormir boca arriba o de lado, nunca boca abajo, y usando una almohada que no sea demasiado blanda.
  • Vigilar el peso: vigilar el peso y evitar que nos pasemos de kilos va a ayudar a no sobrecargar las articulaciones.
  • Evitar el estrés: el estrés y la ansiedad desencadenan tensiones musculares, especialmente en la espalda, que pueden ser muy dolorosas.
  • Practicar estiramientos: realizar ejercicios de estiramientos en la espalda sirve para destensar los músculos y articulaciones y puede aliviar los dolores. No obstante si tenemos problemas de espalda no conviene realizar sobreesfuerzos.
  • Mantener una postura correcta: tanto cuando estamos de pie, como especialmente al sentarnos en casa o en el trabajo, es muy importante sentarse correctamente y con la espalda recta para evitar dolores y futuras lesiones.

Normalmente este tipo de prácticas sirven para aliviar los dolores que pueden presentarse durante nuestra vida cotidiana y que remiten al poco tiempo. No obstante, en algunas ocasiones un dolor de espalda puede ser una señal de un problema mayor.

Si el dolor es especialmente intenso y no mejora con el descanso, si se extiende hasta las piernas o por debajo de la rodilla, si provoca debilidad o molestias en las extremidades, o si se acompaña de pérdida de peso, es hora de acudir a un especialista que determine cuál es nuestro problema, preferentemente un neurólogo o un neurocirujano… Sin embargo, no todo el mundo conoce la diferencia entre ambos.

¿Cuál es la diferencia entre un neurólogo y un neurocirujano?

Esta confusión entre ambos profesionales es muy frecuente. Sin embargo, aunque tanto un neurólogo como un neurocirujano es un especialista en columna y en todo tipo de trastornos del sistema nervioso central -incluyendo cerebro, médula espinal, nervios y músculos- trabajan de distinta manera.

La principal diferencia entre neurólogo y neurocirujano no es sólo que utilizan herramientas y enfoques diferentes para el diagnóstico y el tratamiento de las dolencias, sino sobre todo que los neurocirujanos están capacitados para realizar intervenciones quirúrgicas; de hecho, si un paciente de un neurólogo necesita una operación, tiene que derivarlo a un neurocirujano.

Por tanto, a efectos prácticos muchas veces es mejor acudir directamente al neurocirujano, ya que lo que hace un médico neurocirujano es lo mismo que un neurólogo: es decir puede dar a los pacientes el mismo tratamiento, pero además intervenir si hace falta con la ventaja de que conocerá en primera persona el caso del paciente. Y ahora que sabes qué hace el neurocirujano… ¿Cuándo acudir a un neurocirujano?

Además de ante un dolor de espalda intenso que no remite, cuando padecemos dolencias como el lumbago, la lumbociática o la espondilolistesis (desplazamiento vertebral), y éstas se agravan o producen un dolor grave que no responde a tratamiento farmacológico, es hora de ponerse en manos de este especialista: seguro que encontrará una solución definitiva a tus problemas de columna. ¡Ánimo!

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